A lo largo de los años, me he dado cuenta de que cuando nos sentamos a hablar/negociar/discutir con alguien, la mayoría de las veces no estamos escuchando. Bueno está bien, me he dado cuenta de que muchas veces a lo largo de mi vida no escuchaba no que preocupaba a la persona de enfrente (usar nosotros diluye la responsabilidad ;)). No me tomaba el tiempo de entender que una cosa es lo que la persona verbaliza y otra, muy distinta, lo que piensa de verdad. ¿Y porque no verbaliza lo que piensa? No vamos a enumerar todas las razones que puede haber porque no tendría fin. Lo que me ha ayudado mucho a lo largo de los años, no es pensar lo que hace que el otro no verbalice lo que piensa, sino analizar porque yo, muchas veces, tampoco digo lo que pienso.
Es importante entender las motivaciones de las personas, y normalmente las más importantes son las que no se manifiestan. Me gusta pensar en la imagen de un iceberg, por debajo del agua tiene un gran peso que no se ve, no parece tan contundente...
Me gusta intentar ponerme en la posición de la otra persona, incluso cuando me enfado, y entender su pensamiento para desbloquear las situaciones, tal vez tratar de entender al otro suavice también mi posición y me ayude a acercarme.
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