La semana pasada leí un artículo en Expansión sobre la evolución prevista del mercado laboral. En un futuro, más o menos próximo, dejaremos de trabajar para una empresa toda la vida, decían. Me dirás que eso ya ocurre hace muchos años. Tal vez para tí sí. Todavía hay muchas, muchas personas a las que el cambio les da pánico y se aferran a lo que tienen. De alguna forma, yo también lo hago. Me cuesta aceptar que las cosas cambian, que cambien. Y eso, aunque muchas veces sea yo misma la que propicio el cambio... la adaptación se hace dura. Leí en un test de estrés las cosas que incrementan nuestros niveles de estrés y todas van asociadas a cambios, más o menos traumáticos en nuestras vidas, desde el cambio de casa o trabajo, hasta los cambios por pérdidas de personas más o menos cercanas...
Y sin embargo, el ritmo del mundo en que vivimos cada vez es más rápido, cada vez los cambios son más frecuentes, ¿y yo sigo sin adaptarme?
Me pregunté si en un mundo en el que cambie el paradigma y ya no tenga que trabajar para una empresa sino para muchas, colaborando en proyectos distintos, cambiando de "jefes" y/o "compañeros" de viaje cada poco tiempo, sabría desenvolverme.
Me lo imagino como ir al supermercado de las habilidades y buscar las que cuadran con los proyectos que necesita la empresa en cada momento. ¿Estoy preparada para eso?
En ese contexto, el cómo hable de tí la gente que me conoce, que ha trabajado conmigo, que me ha visto se hace clave. El lema "arrieritos somos y en el camino nos encontraremos" multiplica su vigencia, sus efectos por mil... ¿Que enseño, que transmito de mi misma? ¿Cómo comunico? ¿Soy creíble y confiable? ¿Me elegirían en el lineal de las habilidades?
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