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Tailandia: algún aprendizaje

Me gusta viajar, me gusta conocer sitios nuevos y sobre todo interactuar con personas de distinta cultura. Acabo de volver de Asia, de Tailandia. Las cosas que en casa son de una determinada manera, las convenciones a las que estamos acostumbrados, no en todas partes funcionan igual.
Un ejemplo, en mitad de la selva, acogidos por una tribu, jugando con un niño, me caí. Si, y de repente al levantarme tenía el dedo completamente torcido. Pensé que me lo había roto, aunque no me dolía demasiado. Me recogieron y llamaron a la chamana de la tribu que vino y me curó. Me colocó el dedo en su sitio y miró que no tuviera problemas al moverlo. Me lo vendó con un palo. Me puso bálsamo del tigre...
Primera sorpresa, por la noche se me fue aflojando el vendaje y al pedirle a mis amigas que me lo volvieran a poner, resultó que el vendaje no era tal vendaje, era un trozo de camiseta que sujetaba unas hojas... así que no pudimos volverlo a poner. 
A la mañana siguiente, me lo miraron y se quedaron todos muy satisfechos de la evolución. Conseguimos un poco más de tela y volvimos a vendarlo. Y ya me olvidé del dedo...
Al día siguiente al volver al hotel, le conté la historia al dueño del hotel y me miró extrañado preguntándome si no había ido a hacer una radiografía. ¡Ni se me había pasado por la cabeza! ¡Ni a mí ni a ninguna de las que íbamos al viaje y estábamos nueve!
Fuera de mi contexto, me pareció normal lo que había pasado y no lo volví a pensar.
En mi casa, sin duda, hubiera ido directamente a urgencias... 

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