Hace un tiempo hice el camino de Santiago. Tiene una dimensión espiritual para algunos, pero también una parte humana muy importante por el reto físico que supone. Esta mañana, una persona en el trabajo me lo ha recordado... y me ha hecho pensar cuanto de la vida me enseñó.
Al fin y al cabo la vida es un camino, y el Camino tiene mucho de la vida. Es una lucha todos los días para llegar al destino marcado, supone irse acercando pasito a pasito hacia donde queremos. Muchos días el camino se hace muy duro, me costó mucho llegar, físicamente no podía...Otras veces, era la cabeza la que me alejaba de mi objetivo.
Saqué algunas conclusiones del camino que me ayudaron:
1) Teniendo un objetivo delante, sabiendo hacia donde voy, lo que quiero, soy feliz, porque aunque avance poco me doy cuenta de que estoy más cerca de eso que quiero.
2) Me sobran muchas de las cosas que tengo, no necesito mucho para estar contenta. Se puede disfrutar con poca cosa.
Tal vez, para tí fueran obvias ya antes, sin embargo, me permitió no sólo "saberlo" sino experimentarlo. Porque no es lo mismo saber que el vino emborracha que emborracharse con vino.
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