He empezado a estudiar o mejor dicho a vivir una formación para convertirme en coach. ¿A vivir? Sí, a vivir. He encontrado una escuela en la que experimentas el proceso en tus propias carnes para entender después lo que vive tu coachee. No es necesario decir cual, no es una cuña publicitaria.
En los últimos años, se ha hablado mucho de coaching. Durante una época estuvo muy de moda el coaching ejecutivo, muy directo que actuaba sobre las acciones, muy orientado al trabajo a los directivos. ¿Moda de los JASP?
Los modelos han ido evolucionando y yo me estoy formando en el coaching ontológico, un método que afecta a la persona en todas sus facetas. No sé, será porque me cuesta separarme en trocitos y separar mi persona en la que va al trabajo, la que hace deporte, la que estudia, la que está con amigos, me parece que ni puedo ni quiero ser diferente en cada entorno...
Además, tengo la suerte de que ahora lo que está de moda es "no aislar" nuestras facetas ¿no? Parece que hay toda una corriente de que yo soy yo y mis emociones (miedos, alegrías, ascos, tristezas, etc.). Parece que empiezan a no estar penalizadas las emociones, el expresarlas, el decir lo que siento, el compartir.
Me está encantando el proceso, y sobre todo me está encantando el ver que por más que tratamos de "sentirnos diferentes de los demás", "especiales" (a veces no precisamente en el buen sentido), de parecer que es que nuestra vida es diferente... al final del día, lo que necesito es quererme y que me quieran, verme y que me vean, compartir, darme y recibir... Vamos que por muy diferente que me sienta de los que me rodean, cuando vamos a la esencia yo necesito lo mismo que tú, y tú necesitas lo mismo que yo. ¡Que gracia ¿no?! ¿Y si cuando conozco a alguien en vez de identificar lo que me diferencia de ti busco en lo que me parezco lo que comparto?
Comentarios
Publicar un comentario